Algunos cristianos que desean ser santos han abandonado el sacramento del perdón. Piensan: "No me sirve para mejorar", "siempre cometo los mismos pecados"... ¿Por qué algo tan simple como pedir perdón a Dios con frecuencia resulta tan controvertido? Josemaría Pastor (1963) responde a esta pregunta. Por la viveza del texto, salta a la vista que es el resultado de una larga experiencia sacerdotal. La clave está en el deseo sincero de liberarse del mal, aunque parezca pequeño. No basta considerar la forma de recibir el sacramento del perdón o de realizar el examen de conciencia. Es necesario alcanzar la auténtica penitencia interior, que se proyecta en todos los aspectos de la vida. No importa si uno ha alcanzado la vejez, está en su primera conversión o es todavía un niño. Dios espera una y otra vez nuestro arrepentimiento. Y aunque no logremos superar totalmente nuestras miserias, a través del sacramento del perdón, podremos experimentar con frecuencia el gozo del abrazo del Padre.
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